viernes, 15 de agosto de 2014

Dorian Gray

"La trahison des images", René Magritte

Cuando nos confesamos de algo, pensamos que nadie más tiene derecho a culparnos. 
Oscar Wilde 

Dulce, luminosa, la sonrisa se dibuja en tu rostro, enmarcando una dentadura blanca, de dientes diminutos y perfectos. Abres los ojos y tratas de arquear las cejas en un ensayado gesto de inocente sorpresa y el espejo te revela la imperfección de tu papel. Porque hay un brillo en las pupilas que te delata: algo que no sabrías identificar. La inocencia no labra miradas tan penetrantes.

En el desván de tu conciencia, ella grita y se revuelve dentro de su prisión. Quiere escapar y pesa, pesa demasiado. Cualquier día, la liberarás y el mundo se escandalizará tan solo escuchando tu nombre.


Lo que aún no has comprendido es que el escándalo ya se produjo y que eres público exclusivo de tu propio teatro. Al final, sí que vas a resultar inocente…