lunes, 16 de marzo de 2015

Viajes

"La persistencia de la memoria", Salvador Dalí

No sé si fue ayer tarde o fue pasado mañana, no sé si es que a sabiendas me equivoco, si todo ha sucedido hace ya tiempo o va a ocurrir después de recordarlo. 
José Manuel Caballero Bonald



I.

Las historias inconclusas nos susurran por la noche, cuando el universo duerme y la conciencia atraviesa los poros de nuestra imaginación. Nos llaman y tratan de aferrarse a la piel y dibujan en el aire tuberías imposibles que conducen a puertas que llegan a realidades alternativas, custodiadas por unas palabras nunca dichas.

Y nos lanzamos por esas tuberías, como toboganes sin fondo, como melodías que no se llegaron a componer, y trazamos personajes y vestimos nuestra figura de ropajes distintos, de colores desconocidos, de sabores exóticos. La mente viaja a velocidades de relámpago inventando, reconstruyendo, modificando recuerdos. Nos remontamos más y más lejos.

Y después regresamos de repente y la sonrisa de la realidad parece menos cierta.



II.

Hay una habitación vacía que se llama futuro. Cada noche me atrevo a visitarla y me encuentro con tantas personas distintas que dicen ser yo que debo cerrar los ojos y regresar a mi presente muy despacio, sigilosamente, por miedo a que me destapen el alma y se queden a vivir en mí para siempre.

Al fondo de la habitación hay una ventana y bajo ella una niña que no tendría que estar allí. No es su época ni es su realidad y sin embargo me mira con picardía y me susurra que todo es imposible y que esa habitación jamás existirá.



III.

No comprendo por qué siempre esta huida. Por qué siempre la canción antigua o la nueva melodía sin pentagrama. Por qué no quedarme y mirar el sol, dejar quietas mis manos y permitir que mis cabellos crezcan a su ritmo, sin calendarios acelerados y sin relojes inversos. Este es el mundo y este es el firmamento que me vigila.

Esta es la sonrisa del tiempo, luciendo sola para mí. Pero tiene en sus bordes promesas de días luminosos que se parecen a otros que ya fueron o, más bien, que soñaron con ser. Y otra vez me remonto a la huida y adelanto las evasiones inconclusas por el mero hecho de resultar desconocidas.