viernes, 10 de abril de 2015

El sueño


"El sueño de la razón produce monstruos", Francisco de Goya


Que en las almenas grita, muerto, alguien
que yo toqué, dormido, en un espejo,
que yo, mudo, le dije...
No sé.
Explicádmelo.
 
Rafael Alberti

Me despertó una pequeña rasgadura: algo así como el roce levísimo de un objeto punzante sobre una tela. Abrí los ojos. Una figura estaba de pie junto a mi cama y se reía quedamente. Su rostro permanecía en penumbra, pero la débil franja de luz que emergía del hueco de la persiana me permitía vislumbrar el reluciente cuchillo que portaba en una mano. Traté de escapar, pero me hallaba detenida por una misteriosa y terrorífica parálisis. Mis cuerdas vocales tampoco respondían. Sin que pudiera evitarlo, la figura avanzó y esgrimió el cuchillo contra mi cuerpo, asestándome tres puñaladas en el vientre. El dolor comenzaba a nublarme los pocos sentidos que conservaba, pero tuve tiempo para contemplar cómo aquella persona depositaba el cuchillo, manchado de sangre, sobre mi mesilla de noche. Entonces, inclinó el rostro sobre la franja de luz que proyectaba la ventana y pude distinguir sus facciones.

Era yo misma, pero con una sonrisa capaz de detener el pulso del mismísimo Diablo.
.

Abrí los ojos. La pesadilla había resultado tan vívida que hubiera podido jurar que el dolor era real. En mi dormitorio no había ni rastro de aquel clon maligno, aquel demonio que tenía mi misma cara. La luz de la luna emergía del hueco de la persiana. Tenía una sed terrible. Cuando fui a incorporarme, noté que había un objeto reluciente sobre la mesilla de noche. El cuchillo ensangrentado.


Fue entonces cuando me di cuenta de que el colchón estaba húmedo, y de aquel dolor punzante que se extendía por todo mi cuerpo, por mi cordura…

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