"El sueño de la razón produce monstruos", Francisco de Goya
Que en las almenas grita, muerto, alguien
que yo toqué, dormido, en un espejo,
que yo, mudo, le dije...
No sé.
Explicádmelo.
Rafael Alberti
Me despertó una pequeña
rasgadura: algo así como el roce levísimo de un objeto punzante sobre una tela.
Abrí los ojos. Una figura estaba de pie junto a mi cama y se reía quedamente. Su
rostro permanecía en penumbra, pero la débil franja de luz que emergía del
hueco de la persiana me permitía vislumbrar el reluciente cuchillo que portaba
en una mano. Traté de escapar, pero me hallaba detenida por una misteriosa y
terrorífica parálisis. Mis cuerdas vocales tampoco respondían. Sin que pudiera
evitarlo, la figura avanzó y esgrimió el cuchillo contra mi cuerpo, asestándome
tres puñaladas en el vientre. El dolor comenzaba a nublarme los pocos sentidos
que conservaba, pero tuve tiempo para contemplar cómo aquella persona
depositaba el cuchillo, manchado de sangre, sobre mi mesilla de noche. Entonces,
inclinó el rostro sobre la franja de luz que proyectaba la ventana y pude
distinguir sus facciones.
Era yo misma, pero con una sonrisa
capaz de detener el pulso del mismísimo Diablo.
.
Abrí los ojos. La pesadilla
había resultado tan vívida que hubiera podido jurar que el dolor era real. En mi
dormitorio no había ni rastro de aquel clon maligno, aquel demonio que tenía mi
misma cara. La luz de la luna emergía del hueco de la persiana. Tenía una sed
terrible. Cuando fui a incorporarme, noté que había un objeto reluciente sobre
la mesilla de noche. El cuchillo ensangrentado.
Fue entonces cuando me di
cuenta de que el colchón estaba húmedo, y de aquel dolor punzante que se
extendía por todo mi cuerpo, por mi cordura…
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