jueves, 23 de enero de 2014

Las sombras

"El sueño de la razón produce monstruos", Francisco de Goya


Sentado sobre un golfo de sombra vas siendo ya sombra tú todo. Sombra tu cabeza, sombra tu vientre, sombra tu vida misma. 
Luis Cernuda


Aurora se sintió muy lejana mientras escuchaba aquellas palabras, como si formara parte de una dimensión alternativa. Una vaga sensación de ausencia se adueñó de su corazón. Esa tarde, regresaron las sombras.

Entraban en su alma de dos en dos, de tres en tres. Fluían como un río turbulento y extraño, envolviéndola, empañando sus sueños. Aurora permanecía sentada, esperándolas. Cuando se acercaban, las alimentaba con migajas de ilusión y sentía como a medida que hacía esto, la tristeza aumentaba. Sin embargo, le resultaba inevitable.

Recordaba a las sombras de otras veces. Tomaban la forma de sus propias inseguridades, pero no circulaban de dentro hacia fuera, sino de fuera hacia dentro. Las sombras no existirían si aquellas palabras no hubieran sido pronunciadas. Y en ese  momento, eran solo sombras; pero pronto crecerían y se materializarían en escalofriantes monstruos acechantes en el filo de cada madrugada.

Querían paralizarla. Derrotarla, romperla en mil fragmentos. Robar la luz a sus mañanas. Querían convertirla a ella misma en otra sombra más.


Aurora una vez pensó que se habrían marchado para siempre. Pero aquella tarde, regresaron… Porque esas sombras no nacían dentro de ella, y no hubieran existido si las terribles palabras jamás hubiesen sido pronunciadas.

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