"La trahison des images", René Magritte
Cuando nos confesamos de algo, pensamos que nadie más tiene derecho a culparnos.
Oscar Wilde
Dulce, luminosa, la sonrisa se
dibuja en tu rostro, enmarcando una dentadura blanca, de dientes diminutos y
perfectos. Abres los ojos y tratas de arquear las cejas en un ensayado gesto de
inocente sorpresa y el espejo te revela la imperfección de tu papel. Porque hay
un brillo en las pupilas que te delata: algo que no sabrías identificar. La inocencia
no labra miradas tan penetrantes.
En el desván de tu conciencia,
ella grita y se revuelve dentro de su
prisión. Quiere escapar y pesa, pesa demasiado. Cualquier día, la liberarás y
el mundo se escandalizará tan solo escuchando tu nombre.
Lo que aún no has comprendido
es que el escándalo ya se produjo y que eres público exclusivo de tu propio
teatro. Al final, sí que vas a resultar inocente…
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